Rubí fue asesinada por su pareja sentimental, Sergio Barraza, cuando ella apenas tenía 16 años. Su madre, Marisela Escobedo, hizo de todo para atrapar a su feminicida, hasta que también terminó sin vida, a las puertas del Palacio de Gobierno de Chihuahua. Durante dos años y ante la ineficiencia de las autoridades, Marisela persiguió a Barraza hasta dar con él. Aún habiendo aceptado que la asesinó, las autoridades determinaron dejar en libertad al feminicida de Rubí por “falta de pruebas“.
En algunas entrevistas antes de ser asesinada, Marisela Escobedo declaraba que ella haría lo que fuera para separar a Rubí de Sergio, sin embargo, fue algo que no pudo conseguir, dejándola con un cargo de conciencia con el que luchó hasta el día de su muerte. En México, once mujeres son asesinadas diariamente, una estadística que si no te da para reflexionar, entonces quizá deberíamos agregar que de enero del 2015 a diciembre del 2023, se cometieron 751 feminicidios de niñas y adolescentes de entre 0 y 17 años. Imagina nada más. Niñas y adolescentes que fueron víctimas de cualquier tipo de violencia que terminaron con su vida y con la vida de aquellas que también fueron asesinadas en vida: las madres.

Lo que pasó con Rubí pasó también en el 2016 con Karen Rebeca Esquivel Espinosa de los Monteros, una joven que fue encontrada sin vida al interior de una maleta, en el municipio de Naucalpan, Estado de México. Becky Espinosa de los Monteros, madre de Karen Rebeca, hizo una campaña en redes sociales y en Change.org para localizar a su hija sin saber que tiempo después, las autoridades le confirmarían que aquel cuerpo sin vida encontrado al interior de una maleta en Edomex, en ese entonces gobernado por Eruviel Ávila, era el de su Karen. Becky Espinosa de los Monteros aparece como autora, junto a José, en “Luciérnaga”. Entonces, comenzamos a entender todo…
“Al recibir la llamada también mi vida estaba acabada“, dice José Madero en “Luciérnaga“, describiendo el inicio del viacrucis para una madre que se entera, vía telefónica, que su hija ha sido asesinada. El tema de José nos ha tomado por sorpresa a muchos y a muchas, estoy segura. No es fácil abordar este tipo de temáticas, sobre todo siendo hombre y hablando desde la perspectiva de una madre, sin embargo, la letra de este nuevo sencillo de Pepe nos hace re-pensar en lo mucho que ellas se culpan por no haber rescatado a sus hijas de la muerte. Ellas no han fallado, el sistema es el que les ha fallado a ellas, como madres y, por supuesto, a sus hijas.

José Madero lanza este nuevo sencillo que forma parte de “Sarajevo“, su nuevo disco, y sin saber todavía cómo sentirnos después de escucharlo, escribo esto a título personal: Lo que acaba de hacer José Madero con ‘Luciérnaga’ al hablar del dolor de una madre de víctima de algún tipo de violencia… Me rompió poquito, pero también me sanó. No sé cómo explicarlo. Sólo tengo necesidad de darle las gracias, otra vez, como se ha hecho costumbre en cada disco, como se ha hecho costumbre al pensar que no se reinventará y que no logrará superar lo último.
‘Sanar en voz alta, evita que otros mueran en silencio’
“No volarás como paloma, nunca tendrás tu noche de bodas, nunca serás madre como era yo. No usarás más esa corona, no estarás más aquí y ahora, alguien robó la vida que te di yo. Fui yo”. Desde los primeros párrafos, José nos va llevando por un storytelling en el que habla en primera persona, dando voz a una madre, a Becky, quien no deja de culparse por “no haber hecho algo” para rescatar de la muerte a su hija, víctima de algún tipo de violencia.
A lo largo de la canción, el intérprete intenta hablar desde ese lugar en el que miles de madres alrededor de México (lo acoto así, pensando que la escribió motivado por la situación crítica que se vive en esta materia en nuestro país, partiendo de la historia de Karen Rebeca, aunque sea una grave problemática a nivel mundial) se ven defraudadas no sólo por sus figuras religiosas, a las que encomiendan la seguridad de sus hijas, sino también por las autoridades que revictimizan, que no apoyan, que no se aparecen, que olvidan. “Grítale a Dios, nos tiene olvidados, tal vez esté un poco cansado […] la autoridad no se ha presentado, sigue con vida ese bastardo, si ellos te ignoran juro que lo haré yo”. ¿Qué se dice?
Si ya nos veíamos sorprendidos por la letra al inicio, vendría la voz de quien pensamos es Becky, quien dirige un mensaje entrañable para aquella hija que ya no está con ella, aquella hija que le fue arrebatada: “Me consuela llevarte en mí. Cierro los ojos y veo tu luz radiante. La culpa ya no cabe. No había modo de defenderte de esa infamia, de algo inexplicable. Ahora sólo queda nuestro amor inagotable. Nuestro amor eterno. Sanar en voz alta, evita que otros mueran en silencio. Honraremos tu memoria, brilla como siempre hija. Brilla eternamente“.
‘No limpiaré tu sangre’
José Madero sigue, en este dramatismo, densidad y tensión que lo caracteriza. Llama -consciente o inconscientemente- a no olvidar a aquellas hijas asesinadas, a dar acompañamiento a las madres que se sienten culpables por no defenderlas, a acompañarlas en este dolor que a través de “Luciérnaga” intenta describir. A no olvidar la estadística feminicida y de violencia de género que se vive en un México impune, en un país al que no le importan las tres mil asesinadas que hubo en 2023, de acuerdo al Observatorio Nacional del Feminicidio.
José Madero seguramente está consciente que al ser un tema polémico y bastante delicado, la crítica le llegará, sin embargo, vayamos más allá. El artista, desde mi perspectiva -y aclarando que es mi opinión- tiene también un compromiso social y desde su trinchera, intenta visibilizar, a su modo, diversas problemáticas que aquejan al constructo social. José lo hace con “Luciérnaga” y si fue -o no- su objetivo visibilizar la violencia contra la mujer, lo consiguió. Siempre se va a agradecer el verbo: visibilizar.
Los dejamos con el video de “Luciérnaga“, desolador, reflexivo, empático… Recordamos a Karen Rebeca, a Debanhi, a Rubí…
Ciao Giallo, bienvenido Sarajevo.